
Una de las averías más temidas y que puede tener resultados catastróficos para la mecánica es la rotura de la correa de distribución. La correa de distribución es una pieza en continuo movimiento, que se desgasta y que, por lo tanto, habrá que vigilar y sustituir al cabo de unos kilómetros determinados. Esta duración siempre la deberá de determinar el fabricante o el mecánico de confianza.
Se trata de una cinta dentada fabricada en material flexible que conecta el árbol de levas de la parte superior del motor con el cigüeñal, que se encuentra en la inferior. Al girar el motor en marcha, sincroniza el ritmo de funcionamiento. Su función es primordial para la sincronización del funcionamiento del motor, controlando las fases de admisión de combustible, el escape de los gases, la refrigeración y la bomba de gasóleo en los motores diésel.
Si por desgaste, tensión o rotura falla la correa de distribución, pueden dañarse los árboles de levas, y los pistones pueden llegar a golpear y dañar las válvulas provocando una avería que incluso deje el motor inservible. También existe la cadena de distribución, que tiene la misma función, aunque está elaborada con otros materiales.
Cómo funciona la correa de distribución
La correa o cadena de distribución se pone en marcha desde el momento que giramos la llave de nuestro vehículo y esta emite un impulso eléctrico, accionando el cigüeñal con un golpe y comenzando el ciclo de funcionamiento. La cadena entonces empezará a girar y transmitirá la fuerza al árbol de levas.
Es muy importante que lleves a cabo una conducción responsable, en la que el coche no se revolucione en exceso: si se llevan a cabo acelerones o frenazos, la correa se forzará y acabará afectando a su vida útil. Además, las temperaturas extremas o la falta de protección de los cambios de temperatura acaban pasando factura a esta pieza, desgastándola. Del mismo modo, tanto el polvo como la arena puede impulsar esa corrosión. Un buen consejo es que cubras tu coche con una lona si vives en lugares con polvo, con humedad o con lluvia. Lo más recomendable siempre es que no duerma en la calle.
Síntomas de correa rota
Hay algunos síntomas que pueden darnos pistas sobre el mal estado de las correas de distribución, como el fallo en el encendido del motor, la luz de aviso de error en el motor en el cuadro de mando, un motor que arranca de forma brusca o virutas de metal en el aceite. El ruido anormal o el traqueteo es una señal clara de problemas con la cadena o el motor, por lo que en cualquiera de estos casos es recomendable acudir a un buen taller.
En algunos casos, la reparación puede ser tan costosa que no merezca la pena realizarla. Hay otros motores que en lugar de correa de distribución recurren a una cadena metálica que, si se mantiene bien lubricada (cambiando el aceite del motor cuando corresponda) y se controla de forma periódica la tensión, puede durar toda la vida útil del coche.
¿Cuándo cambiarlas?
En un motor moderno, la duración de la correa de distribución oscila entre los 60.000 y los 160.000 kilómetros. Por ello es muy importante consultar el libro de mantenimiento del vehículo y cumplir con las revisiones indicadas ya que, según las condiciones de uso, el desgaste puede ser mayor y adelantar la sustitución de la pieza, por ejemplo, si se circula mucho por ciudad.
Los mecánicos utilizan un lector de códigos de error para identificar el fallo de forma específica, aunque como hemos comentado hay signos que el mecánico puede encontrar en una inspección del motor.
Otras correas que habrá que vigilar
En un motor hay otras correas importantes. Más estrechas que la de distribución, una es la que mueve las aspas del ventilador del radiador, mecanismo que empieza a funcionar cuando sube mucho la temperatura del líquido refrigerante y el aire que entra por la parrilla delantera no es suficiente para enfriarlo.
La otra correa es la auxiliar o de accesorios. Al igual que la de distribución, también va conectada al cigüeñal y está encargada de dar movimiento a varios sistemas necesarios para el coche. De ella dependen la dirección asistida, la bomba de agua o el alternador, que produce la electricidad necesaria para el encendido, la iluminación o el aire acondicionado.
Sin ser tan importantes como la de distribución, estas otras correas exigen también un control de su estado, tensión y condiciones de las poleas y rodamientos que la sujetan. Si se destensan o se rompen provocan también graves averías. Por otra parte, al romperse, la auxiliar puede inutilizar a su vez la de distribución.En el caso de las correas auxiliar y del ventilador, su verificación es más sencilla, ya que se encuentran a la vista. Cualquier ruido estridente es síntoma de que se han aflojado y necesitan un ajuste. Y si presentan grietas o aspecto de desgaste deberán ser sustituidas por otras nuevas.
En cualquier caso, no conviene apurar las correas hasta el final. Su reposición en el taller es cuestión de unos cientos de euros y las averías que puede provocar su rotura costarán miles. La clave es un buen mantenimiento preventivo que puedes realizar tu mismo junto con tu taller de confianza.